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Antonio Valvidia Abogado y Economista. Garrigues Abogados y Asesores Tributarios
Como es sabido, hacer una valoración sobre el futuro económico es sumamente difícil y es por ello que muchos economistas yerran menudo en sus en sus predicciones.
No obstante, personalmente me alineo con los que piensan que el horizonte económico español más probable para los próximos años apunta a un crecimiento moderado en términos de PIB, pero lejos de la senda de crecimiento que hemos disfrutado anteriormente al estallido de la crisis económica y financiera. Un crecimiento débil de la economía plantea graves incertidumbres acerca de la solución de los graves desequilibrios macroeconómicos que tiene planteados en estos momentos España; a mi juicio principalmente la alta tasa de paro (con los agravantes del paro juvenil y de la temporalidad laboral), como asimismo la necesidad de reducir el alto endeudamiento de las diversas administraciones públicas.
A mi juicio este escenario relativamente sombrío podría ir a mejor si determinados factores exógenos tuvieran un comportamiento positivo. Dentro de los factores exteriores, el principal de ellos radica en una mejora de las economías de los principales países desarrollados (principalmente USA y países de la zona euro), así como de los pujantes países emergentes que supusiera un incremento de la demanda mundial de bienes y servicios, beneficiando así a las empresas españolas (principalmente las más dinámicas con presencia en mercados exteriores). Otro factor externo que podría contribuir favorablemente sería el relativo a la evolución del tipo de cambio del euro en relación con otras divisas y que hiciera más competitivos a nuestros productos en los mercados exteriores.
En el ámbito interno, existen determinadas palancas que podrían contribuir a elevar el potencial de crecimiento de la economía española, pero que implican ejecutar decididas medidas de política económica que reciben la genérica denominación de “reformas estructurales”. Algunas de tales medidas pueden implantarse más a corto plazo y otras producen su efecto a futuro, pero son absolutamente necesarias para la competitividad de un país, situación en la que España va perdiendo puestos en los últimos años. Entre las áreas que precisan un impulso, cabría citar las siguientes: introducción de mayor competitividad en los mercados de bienes y servicios, clarificación de la política energética, potenciación del uso y desarrollo de las tecnologías en el ámbito individual y empresarial, apoyo a las empresas innovadoras y a la internacionalización de las mismas, completar la reestructuración del sector financiero que contribuya al acceso al crédito especialmente por parte de las PYMES, reformas en la legislación del mercado laboral y del sistema público de pensiones, posible modificación del régimen fiscal que apoye a la economía productiva, reducción del gasto público no productivo y racionalización de las Administraciones Públicas, mejora de la educación (con especial énfasis en la enseñanza del inglés) y de la formación profesional, apoyo a la I+D+i, así como la mejora en el funcionamiento de la justicia. Como puede apreciarse, las áreas en las que cabe actuar son numerosas y, en ocasiones resulta complejo actuar, ya que ello supone alterar situaciones preexistentes pero, sin una actuación decidida en la mayoría de las áreas enunciadas, las empresas españolas tendrán más dificultades salir de la crisis en un entorno cada vez más globalizado y competitivo.
Sin embargo, para superar la situación actual es también preciso actuar a nivel individual. La fase más aguda de la crisis ha quedado probablemente atrás y, por ello, las empresas deben actuar por sí mismas y prepararse para el futuro más próximo para estar posicionadas cuando la mejoría se consolide. Es necesario actuar con las herramientas y recursos que se dispone.
Por ello, más que nunca, es preciso analizar cómo pueden resultar más atractivos a sus clientes los bienes que produce o los servicios que presta mejorándolos e innovando. Asimismo, cada vez resulta más ineludible la internacionalización de la empresa para tener mercados más amplios y mayor número de clientes potenciales; en la misma medida, fomentar el uso del canal tecnológico en determinados sectores es asimismo fundamental dado el cambio de hábitos en la compra de los consumidores. Por otra parte, resulta fundamental contar con unos recursos humanos formados y motivados, tratando de evitar desprenderse de aquellas personas que conocen bien la empresa y su funcionamiento y son productivas.
También en un entorno competitivo, las empresas deben seguir controlando sus costes si bien es muy probable que las empresas del sector privado han efectuado ya una buena parte de dicha labor.
En conclusión, creo que para superar la crisis es más importante centrarse en lo que se puede hacer individualmente y si ello se hace adecuadamente, estoy convencido que la crisis acabará antes para aquellas empresas que efectúen los cambios precisos antes y mejor que la media.
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