Un ejemplo de profesionalidad: María Pilar Molina Javierre. Historiadora. Doctora en Historia por la Universidad de Barcelona y catedrática de enseñanza secundaria

De profesión

María Pilar Molina Javierre

Historiadora. Doctora en Historia por la Universidad de Barcelona y catedrática de enseñanza secundaria

María Pilar Molina Javierre nació en Zaragoza el año 1955. Es doctora en Historia por la Universidad de Barcelona y catedrática de enseñanza secundaria. Es autora de La Presó de Dones de Barcelona, Les Corts (1939-1959), (Ajuntament de Barcelona, 2010). Ha colaborado en obras colectivas como Catalunya. Història i memòria (Barcelona, 1995), Diccionari d' Història Universal (Barcelona, 1996), Diccionari biogràfic del moviment obrer als Països Catalans (Barcelona, 2000), Història del moviment obrer als Països Catalans (València, 2001) i Guerra, Franquisme i Transició (València, 2006). Ha sido colaboradora de “El Temps d’Història” (2002-2004).

¿Por qué es usted historiadora?

Pues me temo que inicialmente porque tuve un profesor en el bachillerato que me reconcilió con la Historia. Nunca hasta entonces había conseguido empatizar con su estudio. Todo lo contrario, no despertaba mi interés en absoluto, me parecía una sucesión absurda de hechos, fechas y nombres totalmente alejada de mi realidad y de mi mundo. Es más, a pesar de haber iniciado ya el bachillerato de letras hubo un momento en que me planteé preparar también las materias de ciencias para estudiar Medicina. Pero las letras me gustaban. Y, afortunadamente, perseveré y tuve la suerte de cursar la Historia del Arte de 6º de Bachillerato y la Historia de COU con un profesor que, con su metodología, hizo posible la sugestión y la conexión.

¿Qué le aporta su faceta académica a su interés por la historia? ¿Los niños y adolescentes se interesan por la historia?

Yo diría que me aporta muchas y muy diversas cosas. Trataré de sintetizar. Debo decir que lo fundamental es una gran satisfacción, aunque resulte muy genérica mi respuesta, en las dos vertientes en que se desarrolla, la docencia y la investigación. La docencia me ofrece la grata posibilidad –también es necesidad, condición sine qua non y, por qué no, compromiso- de permanecer alerta y en vigilia para no perder de vista los acontecimientos que se van sucediendo en el mundo y llevarlos a las aulas con el objetivo de conectarlos con el currículum de las diferentes materias del ámbito de las ciencias sociales que debe cursar el alumnado. Trasladar y acercar a las clases la realidad del presente que nos toca vivir para vincularla y relacionarla con los procesos históricos de otros espacios y tiempos permite que la Historia no se muestre bajo la apariencia de ente metafísico, ininteligible y excluido de la vida y de la realidad de los que deben afrontar su estudio. Para mí la investigación es sumamente enriquecedora puesto que, en esencia, se trata de profundizar en aspectos concretos por los que ya existe un interés previo. Además, si el descubrimiento es un aprendizaje muy enriquecedor a nivel personal, la reconstrucción y la recuperación de parcelas de la vida humana es una contribución a la sociedad que resulta doblemente gratificante.

No puedo aportar datos objetivos para responder a la pregunta sobre el interés que despierta la Historia entre los niños y los adolescentes. Supongo que dependerá de muchas variables. Partiendo de mi experiencia como profesora de alumnado de secundaria y de bachillerato pienso que en lo que respecta a filias y fobias la metodología juega un papel muy decisivo en el grado de aceptación de cualquier materia. Y está claro que cuando los jóvenes tienen la oportunidad de ser parte activa en los procesos de enseñanza y de aprendizaje, que les permiten conocer y analizar de forma crítica la realidad que les circunda para ponerla en relación con los procesos históricos, son más receptivos y empatizan con más facilidad con la Historia.

¿Qué etapa de la historia le interesa más y por qué?

Yo me especialicé en Historia Contemporánea. Esa elección, realizada ya cuando era estudiante universitaria, tuvo mucho que ver con la posibilidad de estudiar el pasado más cercano para comprender el presente que vivíamos entonces. Nuestra historia había sido secuestrada, en el bachillerato no llegábamos más allá de la Restauración, como mucho hasta la Dictadura de Primo de Rivera. El estudio de las grandes revoluciones que provocaron los cambios que sentarían las bases del mundo contemporáneo se me presentó como la opción más atractiva. Y en la actualidad sigue siendo la etapa que despierta mayor interés para mí.

¿En qué temas ha profundizado usted?

El campo central de mi investigación ha sido el de las mujeres en el mundo penitenciario. Además he trabajado sobre otros temas, movimiento obrero y otros contenidos de historia contemporánea, de carácter más divulgativo.

¿Por qué llegó usted a interesarse por el tema de la prisión de mujeres después de la guerra civil? Háblenos de este tema. ¿Qué es lo que le ha impactado más?

A la hora de realizar mi tesis doctoral -“La Presó de Dones de Barcelona (1939-1959)”- elegí un tema de género porque en el estudio de la Cárcel de Mujeres de Les Corts vi la posibilidad de acercarme a la realidad de todas aquellas mujeres que tuvieron que vivir privadas de libertad durante un período de la dictadura franquista. Y al mismo tiempo pude abordar el estudio del presidio femenino más importante de la ciudad de Barcelona en una etapa especialmente significativa de la historia de Barcelona y de Cataluña.

En primera instancia porque que el año 1939 marca el inicio de una nueva etapa histórica, coincide con el final de la guerra civil (1936-1939) y con los años de la autarquía económica implantada por el régimen franquista y estos dos fenómenos son básicos para entender el protagonismo de la cárcel durante estos años. La represión política contra los vencidos en la guerra, por una parte, y las penurias económicas y sociales que vivía la población, por otra, otorgaron a la cárcel una dimensión que no había tenido hasta entonces. De hecho, las reclusas permanecieron en la Cárcel de Les Corts hasta el año 1955, momento en que fueron trasladadas a la Cárcel Modelo. Pero mi estudio llega hasta esa fecha para dar continuidad a un período, iniciado el 1939, que mantuvo una cierta continuidad hasta el año 1959, momento en que el franquismo inició una nueva fase de su trayectoria con el despliegue del Plan de Estabilización. De la aplicación de este plan se derivaron cambios sociales y económicos que posibilitan diferenciar dos períodos históricos contrastados.

Son muchas las cuestiones que me han impactado más, no me resulta fácil seleccionar. En primer lugar, el número de mujeres que ingresaron en el presidio durante estos años –21.000- que mayoritariamente fueron acusadas de haber cometido delitos de tipo político, pero también el examinar que la represión abrazó también a un colectivo de mujeres encarceladas por haber cometido delitos de tipo social, en una sociedad de postguerra y en crisis en la que el hambre provocó la aparición de comportamientos delictivos en los sectores más desfavorecidos. En segundo lugar, las condiciones de vida de las presas, las auténticas protagonistas de la vida en la prisión, la represión que sufrieron y el adoctrinamiento a que la dictadura franquista las sometió.

¿Continuará investigando en él o prefiere iniciar un nuevo camino?

De hecho sigo trabajando sobre este tema, pero además, como suele ocurrir con cualquier trabajo de investigación, al abordar este campo me surgieron otros temas colaterales que estoy tratando de abordar.

¿Cree realmente que cuidamos la memoria histórica?

Pues creo que si hablamos de memoria histórica como conocimiento, recuperación y encuentro con nuestro pasado todavía queda mucho por hacer. El silencio, la oscuridad, el temor y el miedo paralizan, impiden avanzar y aprender de la experiencia. Debemos ser conocedores de nuestra propia historia para construir y tratar de no volver a cometer los mismos errores.

¿Nos han mentido mucho algunos historiadores?

Los historiadores no pueden mentir. Si lo hacen, no lo son. El historiador no puede cambiar los hechos, lo que sí puede y debe hacer es interpretarlos, aunque no todas las interpretaciones sean coincidentes.

¿Qué consejos le daría usted a alguien que quiere hacer de historiador?

Que ame su profesión, que disfrute con ella, pero sobre todo que se entregue a ella con toda la rigurosidad que requiere.

¿Qué vías sigue un historiador para investigar?

En primer lugar elegir el tema objeto de estudio, ubicarlo espacialmente y delimitar el período cronológico que abrazará. Una vez definidos, debe dirigir su mirada a las fuentes y a la bibliografía, es decir a la documentación que pueda conservarse en archivos, hemerotecas, y a las publicaciones que existan sobre el tema. El análisis, proceso y organización de la información obtenida a partir de las fuentes y de la documentación le permitirá desarrollar el estudio.

¿Qué error no puede cometer jamás un historiador?

Inventarse la historia, falsear, tergiversar. Debe trabajar con seriedad, debe fundamentar sus afirmaciones, no puede ser impreciso.

¿Piensa usted que la mujer es la gran olvidada en los tratados de historia? ¿Una historiadora cuenta la historia de otra manera? ¿O quizás se fija en ciertos detalles que pueden pasarle desapercibidos a un hombre?

Durante mucho tiempo lo fue, pero afortunadamente desde hace unos años se ha recuperado el protagonismo de las mujeres en la historia. En ese sentido la Universidad de Barcelona fue pionera con historiadoras, como Mary Nash, que fue una de las primeras historiadoras que introdujo en España el papel que las mujeres han tenido en la Historia.

Una historiadora debería contar la historia con la misma rigurosidad que un historiador. Y a la inversa. Creo que en los análisis históricos no existen parámetros diferentes en función de un género. Ambos deben ser capaces de fijarse en los mismos detalles.

¿El historiador tiene el reconocimiento social que se merece?

Diría que habría que matizar, depende. En su medio natural, en el mundo académico y universitario, sí que se reconoce su función. También se suele recurrir a él cuando se trata de realizar análisis o valoraciones de hechos concretos o acontecimientos que saltan a los medios en momentos determinados. Estoy pensando en sucesos que provocan una gran conmoción en el momento en que se producen -como los atentados del 11 de septiembre del 2001, World Trade Center, aviones, daños en el edificio del Pentágono- y para cuyo análisis se le requiere. Ahí sí que se le considera. O cuando se conmemora el aniversario de un acontecimiento que ha tenido un gran impacto en la sociedad, por ejemplo, en Cataluña el 300 aniversario de los hechos de 1714, o a nivel estatal el 2016, el 80 aniversario del inicio de la guerra civil española. Sin embargo, en ocasiones su reconocimiento se ve mermado cuando, especialmente en determinados medios, se presentan personajes que, sin los conocimientos ni la formación necesaria, hacen de historiadores.